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Desierto y Mar - 7 días/7 noches


MARRAKECH-OUARZAZATE-ZAGORA-AGADIR-ESSAOUIRA-MARRAKECH

1er DÍA: MARRAKECH
Llegada de los clientes al aeropuerto Menara. Bienvenida a cargo del guía acompañante. Traslado al hotel. Instalación en el hotel, cena y pernocta

2º DÍA: MARRAKECH
Tras el desayuno, visita de la capital del Sur, que da su nombre a todo el país. La Koutoubia o “Mezquita de los Libreros”, construida en el SXII, el palacio Bahia, verdadero laberinto de pasillos y escaleras construido el siglo pasado, con sus bellos jardines. Un vistazo de los zocos desde la Plaza Jma El Fna, corazón de la Medina. Todo el día podemos ver gran actividad comercial. También encontraremos multitud de personajes sorprendentes: contadores de cuentos, acróbatas, encantadores de serpientes. Almuerzo en el hotel. Continuamos con la visita a las murallas de la Ciudad Roja, edificadas en el S.XII. Seguimos nuestra visita hacia la famosa plaza Jma El Fna. Durante toda la jornada registra una gran actividad comercial. También encontraremos una gran cantidad de personajes sorprendentes: contadores de historias, acróbatas, encantadores de serpientes…  Desde allí accederemos a los zocos, entraremos en el infinito y maravilloso mundo de la artesanía marroquí. Retorno al hotel. Cena espectáculo en un restaurante en el hotel. Pernocta en el hotel.

3er DÍA: MARRAKECH / OUARZAZATE (250 km)
Desayuno y salida hacia Ouarzazate a través del Alto Atlas, pasando por el puerto Tizin'Tichka (2260m). Pasaremos por pequeños pueblos típicos, con sus casitas bajas, y “los graneros fortificados “" que las dominan.
Parada en la Kasbah Ait Ben Haddou, patrimonio mundial de la Unesco, que ha sido testigo de innumerables filamciones para películas muy conocidas. Posibilidad de pasear en la zona. Almuerzo, y continuación hacia Ouarzazate. Visita de ña ciudad y de la Kasbah Taourirt. Cena y pernocta en el hotel.

4º DÍA: OUARZAZATE / ZAGORA (200 km)
Desayuno. Salida hacia Zagora rodeando el valle de Draâ, oasis casi ininterrumpido de 200 km. Veremos muchísimos ksour, o pueblos fortificados. Llegada a Zagora, último espacio urbano antes de entrar en el Desierto.  Almuerzo en un restaurante y excursión a Tamegroute, centro religioso secular con su biblioteca, en la que se guardan valiosos manuscritos del Corán y antiguos libros de medicina e historia. Podrán igualmente aprovechar para pasear por el barrio de los alfareros (alfarería verde). Excursión a las dunas de Tinfou. Regreso hacia Zagora. Cena y alojamiento en el hotel.

5º DÍA: ZAGORA / AGDZ / TAZENAKH / TALIOUINE / TAROUDANT / AGADIR (550 km)
Después del desayuno, salida hacia Agadir, pasando por Tazenakht, conocido por sus alfombras y su color dominante : el naranja, inspirado en el azafrán. Continuación hacia Taliouine, situado en un llano muy fértil, poblado de árboles de argán. Almuerzo. Continuación hacia Taroudant. Visita de la ciudad, rodeada de su bonito cinturón de murallas doradas, con su red de callejones y sus casa rojas. Taroudant es llamado en ocasiones « el pequeño Marrakech »
Continuación hacia Agadir. Instalación en el hotel. Cena y pernocta.
 
6º DÍA: AGADIR / ESSAOUIRA (200 km)
Desayuno. Visita de orientación de la ciudad, que fue destruida en 1960 por un gran terremoto. Fue reconstruida y se ha convertido en el mayor balneario de Marruecos, aún en pleno desarrollo. Desde lo alto de la antigua kasbah, donde no quedan apenas restos, disfrutamos de una impresionante vista sobre la bahía de 7 km.
Salida hacia Essaouira. Llegada para el almuerzo.
Por la tarde, visita de la ciudad, antes llamada Mogador. Conoceremos su puerto pesquero, sus murallas, la Medina, etc… Las calles de este pintoresco pueblo son particularmente largas y animadas. Los artesanos hacen un gran trabajo de marquetería en madera de tuya. Cena y pernocta.

7º DÍA: ESSAOUIRA / MARRAKECH (190 km)
Desayuno y salida hacia Marrakech. Llegada para el almuerzo. Instalación en el hotel. Tarde de tiempo libre. Por la noche, cena y pernocta en el hotel.

8º DÍA: MARRAKECH
Después del desayuno, traslado al aeropuerto. Asistencia en las formalidades aeroportuarias.


PRESTACIONES INCLUÍDAS EN ESTE PROGRAMA:

• El alojamiento en habitación doble, con baño privado
• Régimen de Pensión Completa desde la cena del primer día hasta el desayuno del último día
• El transporte en bus turístico climatizado o minibús turístico climatizado, según el número de participantes, max 47 plazas
• Las entradas en los monumentos mencionados en el programa
• Un guía nacional hablando español durante los días que dura el programa
• Los guías locales dentro de las principales ciudades turísticas (20 pax ó +)
• Las tasas hoteleras
• El transporte de las maletas dentro de los hoteles
• Las propinas en los hoteles y restaurantes
• La asistencia Plénitude Voyages Maroc
• Una persona gratis por cada 30 participantes.


PRESTACIONES OPCIONALES:

• Podemos ofrecer, según horarios de llegada/salida, el almuerzo tanto el primer día como el último
• Cena-espectáculo Fantasia en Marrakech
• Excursión en 4x4 a las dunas de Merzouga
• La velada Ahouach en Ouarzazate, con té a la menta + pastas marroquís
• Excursión Valle de Ourika (desde Marrakech) ½ día , con visita a un jardín bio-aromático
• Excursión Valle de Ourika día completo, con visita a un jardín bio-aromático
• Paseo en calesa por Marrakech con entrada en los jardines Majorelle


Para asegurarte siempre el mejor precio disponible en cada momento, pregúntanos los precios para cada reserva. De este modo, puedes beneficiarte tú también de los descuentos puntuales que nos ofrecen nuestros proveedores.




























Vergeles del desierto

VIAJE DE ARIADNA El desierto marroquí, en el umbral del Sahara

Por NOELIA FERREIRO

Las inmensidades desérticas que conforman el sur de Marruecos dan la bienvenida a ese singular paraje de arenas finas que denominamos Sahara. Son planicies secas, desnudas, rocosas, que van ganando en aridez conforme se desciende, hasta llegar a fundirse en un privilegiado enclave donde el horizonte se pierde entre dunas y palmerales.

El sur de Marruecos, con su riqueza de terrenos esteparios jalonados de inesperados oasis, es una de las múltiples caras que puede ofrecer este país, que si por algo destaca, ante todo, es por sus espectaculares contrastes. Así por ejemplo, la soledad del desierto marroquí se alza como el contrapunto del bullicio que invade las ciudades de callejas estrechas, allí donde el tiempo parece haberse detenido, donde aún mujeres con el rostro velado y hombres enfundados en chilabas ejercen artesanalmente sus oficios milenarios.

Claro que este desierto no es el Sahara propiamente dicho, el mismo por el que aún se vierten desbordados ríos de tinta. El Sahara marroquí, que irrumpe tras las depresiones del bello Valle del Drâa, alberga campos de dunas cuyo tamaño, salvo excepciones, es normalmente modesto. Pero merece la pena una excursión a sus arenas, no tanto por constituir una primera toma de contacto con esta silenciosa región, como por ser una experiencia sin igual a la que se llega atravesando una de las más fascinantes riquezas paisajísticas que puede ofrecer la Naturaleza.

Arenas de cine

El Pre-Sáhara comienza cuando se cruzan los montes Atlas hacia el Sur, dejando tras de sí la estela de un terreno estéril de roca y maleza. Una visión sin duda desoladora, pero impresionante en cuanto a las distintas tonalidades y a esa impagable sensación de encontrarse, inesperadamente, en las antípodas del universo. En esta vasta extensión no existe más resto humano que el de las esporádicas ciudades fortificadas que van salpicando el camino, y que a veces pasan desapercibidas, confundidas en el colorido rosáceo del paisaje. Son poblados bereberes -reflejo de su antaño sociedad feudal- a los que se denomina ksur.

Están construidos en barro o adobe, y circunvalados de altos muros y atalayas que en su día cumplieron una misión: la de proteger a sus sedentarios habitantes en las continuas trifulcas con los nómadas. Ouarzazate, atractiva ciudad de casas deliberadamente alineadas, es el típico punto de partida hacia la aventura saharaui. Una villa que, pese a su encanto, bien pudiera haber pasado a los anales del olvido de no ser por el ojo avizor de Hollywood, que supo ver en ella un filón para sus producciones de cine: entre otros muchos afamados directores, David Lean rodó en sus inmediaciones algunas de las escenas de la mítica Lawrence de Arabia. Incluso se ha creado un estudio de sonido y una central de proceso, dada la creciente afluencia de amantes del séptimo arte.

Pero la primera sorpresa llegará pasados 60 kilómetros desde Ouarzazate hacia el sur. En Agdz, sobrecogedora ciudadela roja entre adelfas y palmerales, el Valle del Drâa muestra por primera vez el río de su mismo nombre. A partir de aquí, este delgadísimo hilo de agua se abrirá paso entre los montes hasta perderse en el desierto, aunque a veces sólo deje el rastro de un lecho arenoso de grava. Porque a este río -en el que, según los textos antiguos, moraban los cocodrilos- hoy se le llama «fantasma» por su irrupción repentina. Y con todo, es el más largo de Marruecos.

Zagora, la puerta del desierto

«Tombuctú: 52 días» reza un curioso cartel que abre las puertas de Zagora. Una referencia a tiempos inmemoriales, aquellos en los que las caravanas de camellos partían desde este punto hasta la famosa ciudad de Malí, lo cual implicaba dos meses de andanzas por el desierto. Hoy Zagora es un centro de gran infraestructura hotelera, con un impactante oasis de cerca de 30 kilómetros. Esto y su fortaleza en ruinas, construida por los almorávides, hace de ella la más célebre de las ciudades presaharianas, donde la piel de sus habitantes es cada vez más oscura debido a que son descendientes de esclavos traídos de Sudán.

Desde los imponentes hoteles de Zagora, auténticas reminiscencias del Africa más profunda con sus salones de té repletos de vegetación y todo lujo de detalles, se organizan excursiones a M'hamid, la llamada «puerta del desierto». Comienza aquí la aventura, a lomos de dromedarios o en vehículos todo terreno, si lo que pretende el viajero es una ruta organizada. Si no, carretera y manta a bordo del propio coche, siempre con la compañía del agún bereber del lugar. No será difícil toparse con uno de estos hombres de tez morena y turbante azul, que aparecerán en el camino solicitando auto-stop. A cambio, harán las veces de guía en la planicie interminable porque sólo ellos saben el truco para torear las arenas.

M'hamid, que se encuentra a 90 kilómetros de Zagora, es toda una oportunidad para conocer de cerca aquella cultura nómada que tiende a desaparecer. Pronto comenzarán a elevarse las dunas entre este océano seco que configura el desierto y que, adentrándose en sus entrañas hacia el sudeste, desembocará en Merzouga, a donde también puede accederse desde Erfoud por la carretera del Borj. Emergerá entonces el Erg chebi, un campo de dunas de 40 kilómetros de extensión. Y en algunos lugares, a acumulación de arena, rosa y amarilla, llegará a alcanzar los 170 metros de altura.

La experiencia de pasar unos días en el desierto no tienc'est une vraie couillee parangón alguno. Hundir los pies en la tierra suave y notar la fuerza del sol desde el horizonte naranja muy poquito se asemeja a cualquier otra sensación. Y nada como apreciar los primeros y últimos toques de luz, que inciden en este todo mutando su tonalidad. Paul Bowles no carecía de razón cuando en su libro «El cielo protector» señalaba: «El desierto nunca es tan bello como en la penumbra del alba o del crepúsculo».